EN BUSCA DE LA TIERRA PROMETIDA

 "Los brazos viajaron, el corazón quedó, pero una estrella nos llama del sur. 
Y un barco de esperanzas cruza el mar.
América, la tierra del sueño azul. 
Es un vaso de vino, es un trozo de pan."
(Roberto Cossa)

Recorrieron miles de kilómetros en barco, aprendieron un nuevo idioma y se adaptaron a nuevas costumbres. Españoles, italianos, rusos, franceses, polacos, sirios y armenios, llegaron a un nuevo país aunque sin saber muy bien a dónde se dirigían. Tenían algo en común… el anhelo de un futuro mejor.
Lanzados a una aventura incierta armaron las valijas. Jamás imaginaron que al querer aprender el nuevo idioma, serían creadores involuntarios del famoso lunfardo. Mucho menos,  que de la mezcla de su música nacería el tango.
          A partir de 1860 llegaron enormes contingentes de inmigrantes, tentados por la posibilidad de un destino mejor que aquel que le deparaba sus tierras. Poco a poco lograron que el índice población en Argentina creciera, al punto tal que un censo realizado en 1914 demostró que en el país había 7.885.237 habitantes.
No se puede negar que Argentina, creció de la mano de aquellos inmigrantes que llegaron con una valija cargada de ilusiones y esperanzas. Superaron el desarraigo, soportaron la miseria y crecieron junto con el país.
Todo comienza allá por 1812, cuando una disposición dictada por el Triunvirato ofrecía “inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio”.
Tiempo después con la sanción de la Constitución Nacional, más específicamente  en el  preámbulo se vuelve hacer  referencia a los inmigrantes como: "todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino" y se reafirmaba esa invitación en el artículo 25: "El gobierno federal fomentará la inmigración europea y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes".
Pero no fue hasta 1949 que los inmigrantes tuvieron su día para celebrar. Durante el gobierno del General Juan Domingo Perón, se sancionó el decreto número 21.430 con el fin de seguir cultivando las tradiciones de las distintas colectividades que viven en nuestro suelo.
En el decreto se estableció que a partir de ese año cada 4 de septiembre, se rememore el Día del inmigrante con la finalidad de que  “se rinda un permanente y público homenaje al inmigrante de todas las épocas, que sumó sus esperanzas a la de los argentinos, que regó la tierra con su sudor honrado, que ennobleció las artes, mejoró las industrias....”
Por tal razón, cada 4 de septiembre se rinde un homenaje a aquellos que se animaron a cruzar fronteras y romper las barreras idiomáticas que nos separan.

POR Lic. Maria Florencia Ferreyro
Licenciada en Periodismo.
licenciadamariaferreyro@hotmail.comhttp://produccionesfugadecerebros.blogspot.com/

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