¿Barbie yo? Barbie tu. Dina Goldstein contra las princesas.

 
Desde pequeñas, las niñas están envueltas en historias cuyos protagonistas son princesas a la espera de un honesto y amable caballero dispuesto a hacerles vivir una historia de amor, cuyo final feliz rondara entorno a un mundo de ensueños, pleno de sirvientes y castillos por doquier. Lo que nadie les dice es que esos relatos forman parte de una vida utópica que venden Disney y las muñecas Barbie. Victimas de un estereotipo social consumista, terminan sucumbiendo al camino sin retorno de las mentes vacías. Promesas de amor eterno, prosperidad y perdices como plato principal.
Lamentablemente, muchas de esas historias han marcado la vida de incontables personas que creen en esa ficción. Algunas están a la espera del príncipe azul -aunque con el paso de los años destiña- o del joven y apuesto musculoso -que tras bambalinas se pruebe nuestros tacos-, por no hablar de la tan ansiada aparición del hada madrina que con un simple toque mágico solucione sus problemas
Entorno a esa perspectiva, la fotógrafa Dina Goldstein, nacida en Tel Aviv en 1969 y radicada en Canadá desde los siete años, rompe la estética del frívolo mundo que vende Barbie y la versión de Disney sobre los cuentos de hadas y princesas, para enfrentar al espectador con las miserias humanas de cada uno de los personajes.
Temas como obesidad, cáncer, homosexualidad, alcoholismo y cirugías estéticas son algunos de los escenarios que transitan las bellas princesas. Goldstein, se anima a dejar de lado el metamensaje basado en la cultura del consumismo, escondido tras las hadas madrinas, los mágicos cambios de look y la lucha desenfrenada por enamorar al príncipe, para contar una nueva versión de sus historias, dentro del marco de un contexto real, cotidiano y humano.
Es así que la fotógrafa canadiense ofrece embarcar al espectador en historias basadas en hechos reales invitando a las mujeres a que dejen de soñar con el príncipe azul o el sexy musculoso cual Johnny Bravo, con cerebro pequeño y respuestas menos inteligentes que Homero Simpson.
En la serie “Fallen Princesses” (“Princesas caídas”), Goldstein, plantea cuadros de situación donde no hay lugar para los típicos cuentos de hadas, amores eternos y finales felices. Veremos a Blancanieves cambiar sus dulces cantos por pañales, a la princesa de La Bella y la Bestia como una adicta al bisturí y a Rapunzel perdiendo su larga cabellera victima de Cancer. Entre tanto, Cenicienta pasara sus días de bar en bar brindado con extraños y la Sirenita, separada de su amor, como principal atractivo de un acuario.
Barbie, tampoco escapa a la crítica mirada de Goldstein. En la serie “In the Dollhouse” (“En la casa de muñecas”), la rubia y sexy muñeca de piernas eternas descubrirá en su amado Ken a la perfecta compañera de compras. Sin dudas, una mirada controversial cuyo mensaje trasciende las barreras culturales e impacta al espectador.
La vida real difiere mucho de los cuentos e historias que nos regalan el maravilloso mundo de Disney y Barbie. No todos los finales son felices. Tampoco se transita por las calles de la ciudad besando sapos con la esperanza que sean príncipes encantados. Vale la pena detenerse un instante y reconocer el significado del metamensaje que esconden los cuentos de hadas, princesas y barbies.

La cuestión abierta es qué relatos haremos a nuestros niños. Qué imaginación incentivar. Qué imaginación y qué fábula. ¿Acaso no se puede combinar la cruda realidad con tierna ilusión?

Por María Florencia Ferreyro

Publicado en: Crac Magazine!

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